Con éste relato me gustaría transmitir un mensaje de apoyo y
esperanza a todas esas madres que, como yo, se enfrentan al reto diario de criar y educar a un niño con
dificultades.
A los 24 meses de edad mi
pequeña fue diagnosticada con retraso madurativo y derivada al equipo de
atención temprana de la zona donde posteriormente fue valorada con objeto de
determinar el tipo de apoyos que necesitaría en el colegio.
Aunque a los 30 meses poseía un amplio vocabulario, éste no era
funcional, apenas desarrollaba juego simbólico, la atención conjunta era pobre
y el contacto ocular escaso. Tenía también problemas alimenticios, ya que
apenas masticaba sólidos, tan solo patatas fritas y galletas maría.
Todos estos motivos les llevaron a pensar que podía tratarse de un
caso de TEA.
Cuando nos comunicaron sus sospechas me derrumbé. Sentí una mezcla de dolor,
impotencia, rabia, miedo y una inmensa tristeza que me desgarraba el alma. De no ser por mi pequeña, por su sonrisa, por
su ternura, por su inocencia…., no sé cómo habría podido sobrellevar tan duro
golpe.
Determinaron que debía ser matriculada en un centro escolar
ordinario con apoyos de pedagogía terapéutica y audición y lenguaje tres veces
por semana.
Se incorporó al colegio poco antes de cumplir los tres años ya que
nació en el mes de noviembre. Durante el primer trimestre tenía dificultades
para prestar atención, apenas era capaz de realizar las tareas requeridas sin
la ayuda de un adulto y le costaba seguir las rutinas del aula y desarrollar funciones de autonomía personal,tales como
quitarse el abrigo y colocarlo en su perchero para posteriormente sentarse en
la asamblea con el resto de compañeros, colocar la mochila en su bandeja, etc.
Tampoco controlaba esfínteres, por lo que yo le ponía todos los días una braguita
pañal que le cambiaban tres veces a lo largo de la jornada.
Poco después de haber comenzado el cole, al que por cierto, iba
muy contenta, recibí una información sobre un curso para padres de niños con
dificultades al que decidí asistir de inmediato. Fue allí dónde conocí, entre
otras a migas, a Rosa, quien me habló de “LA PIEZA DEL PUZZLE” y su
extraordinaria forma de trabajar mediante la aplicación de la terapia ABA, una
técnica que por desgracia todavía se aplica muy poco en España, pero mediante
la cual se han obtenido muy buenos resultados en los EEUU, dónde lleva
realizándose mucho tiempo. Siempre le estaré agradecida por ello.
Cuando se lo comenté a mi marido, decidimos concertar una cita con
ellas. Primeramente valoraron a la niña durante cerca de dos horas y me
sorprendió gratamente la fiel descripción que posteriormente hicieron de ella, cómo habían captado a la
perfección cuales eran sus aptitudes y dónde residían sus mayores dificultades.
Elaboraron un plan de trabajo
y se pusieron manos a la obra.
Poco tiempo después comenzamos a percibir los primeros resultados.
Mi pequeña se mostraba mucho mas conectada al entorno y su contacto ocular
había mejorado considerablemente. En el colegio también habían advertido todos
estos cambios haciéndome saber durante la reunión del último trimestre que se
había producido una gran mejoría en cuanto a sus aptitudes y actitudes en
general.
Tras nueve meses de tratamiento, el balance no puede ser mas
favorable. Poco a poco ha ido aumentando su vocabulario y su capacidad lingüística
y comunicativa que un principio eran limitadas, han dado paso a un lenguaje
mucho mas espontáneo y funcional. Ha desarrollado juego simbólico, del que nos
hace partícipes a su papá y a mí constantemente y a día de hoy tiene control de
esfínteres y come prácticamente todo tipo de alimentos sólidos. Afortunadamente
puedo decir que mi niña va mejorando día a día en cada aspecto de su
desarrollo: motriz, verbal, cognitivo…
Nunca estaré suficientemente agradecida a todo el equipo de “LA
PIEZA DEL PUZZLE” por su profesionalidad, dedicación y apoyo.
Gracias a ellas mi pequeña se ha convertido en la niña que es hoy:
mas atenta, mas risueña, mas comunicativa, mas cariñosa…., mas FELIZ.
GRACIAS Ingrid, Sara, y Manuela por todo vuestro trabajo. Sé que aún nos queda camino por recorrer y
espero poder seguir contando con vuestra ayuda.
No puedo decir con exactitud cuál es el verdadero diagnóstico de
mi hija: TEA, TGD, TEL, Retraso madurativo sin más…, lo que sí sé es que
necesitaba ayuda y por fortuna la hemos encontrado.
Por supuesto, de vez en cuando tengo mis momentos bajos, ¿quién no
los tiene?, pero cuándo veo luchar a mi pequeña, desaparecen todos mis temores y vuelvo a la
carga.
Nuestro deber como padres es ayudar a
nuestros hijos a crecer y desarrollarse como personas de bien, pero sobre todo,
a ser FELICES. Esa es mi máxima ahora y
por ello lucho con tesón y esperanza.
Paloma.
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