sábado, 24 de noviembre de 2018

La interferencia de la conducta en el aprendizaje

Una de las características de los niños y niñas con TEA son la presencia de conductas inadecuadas. Pero ¿qué entendemos por conducta inadecuada?, nosotras la definimos como toda aquella conducta que interfiere y/o impide el aprendizaje.

Así una conducta inadecuada no es solo cuando el niño/a se enfada y tiene una rabieta, grita, pega, etc... si no que una falta de atención, una rígidez, el mirar para otro lado cuando se le habla, etc... también son conductas inadecuadas que interfieren notablemente en el ritmo de aprendizaje de un niño/a.

A menudo, estas últimas conductas descritas, aparecen de forma más temprana en el niño/a, que las disruptivas (llorar, patalear, gritar, pegar,...) , pero pasan más desapercibidas y no se le dan tanta importancia, cuando realmente, si se trabajan, se consigue un mayor aprendizaje que lleva a un mejor entendimiento del niño/a con su entorno, una menor frustración y más autoestima.

En nuestras sesiones de intervención con metodología ABA, insistimos mucho en trabajar estos aspectos conductuales. Para que el niño/a aprenda, ha de estar en una predisposición de aprender, conseguir que se mantenga atento a lo que se está realizando, mirando a la terapeuta, bien sentado y con las manos quietas. No avanzamos en programación hasta que no hemos conseguido este control instruccional. 

Así por ejemplo, no podremos enseñar la habilidad de imitar si no conseguimos que el niño/a nos mire, o no podremos entrenar igualaciones en mesa, si el niño/a no es capaz de permanecer sentado y atento.

En nuestro trabajo diario, nos encontramos que a lo largo de la sesión, hay momentos en los que tenemos que dedicar nuestros esfuerzos a reconducir la conducta inadecuada del niño/a para poder continuar con la enseñanza. Es muy importante de cara al mayor avance en el aprendizaje de habilidades y aprovechamiento de las sesiones terapéuticas, que esta reconducción de las conductas inadecuadas, se dé de forma lo más generalizada posible, es decir, que se trabaje en otros contextos que no sean solo durante la sesión y con otras personas que no sean la terapeuta. Aquí es donde os invitamos a las familias a que la terapia no se acabe cuando la terapeuta se vaya y que adquiráis también control instruccional sobre vuestro hijo/a de cara a facilitarle su adquisición y aprendizaje de nuevas habilidades.  

lunes, 5 de noviembre de 2018

El desarrollo del agarre del lápiz

Los niños ya a los 12 meses pueden ser capaces de agarrar una pintura y hacer marcas en un papel, desde entonces y de manera progresiva van desarrollando un mejor control manual y un agarre más eficiente consiguiendo dibujar trazos más definidos, hasta finalmente alcanzar la escritura.

Es importante fomentar el desarrollo de un correcto agarre del lápiz ya que un agarre ineficiente puede afectar de manera negativa al control de los movimientos, lo que provoca en los niños mala letra, necesidad de emplear más tiempo, cansancio y molestias.

El uso de pinturas, rotuladores, ceras, etc.., comienza en los años preescolares, aunque es necesario que previamente se haya ido desarrollándose un número de actividades variadas como el gatear, jugar con arena, plastilina, agarrar, alcanzar, tirar, soltar, aplastar, empujar, rasgar, hacer puzles, construcciones… Estas destrezas necesarias para conseguir un agarre de los útiles de escritura de manera efectiva, requieren de un trabajo conjunto de aspectos cognitivos, perceptivos y sensorio-motores.


El patrón óptimo de agarre para desempeñar actividades manipulativas requiere una diferenciación entre los dos lados de la mano implicados: el primer dedo, índice y corazón (parte radial) aportan un control dinámico al útil de escritura, mientras que el anular y meñique (parte cubital) aportan la estabilidad necesaria.

Antes de alcanzar un agarre eficiente el desarrollo suele ir avanzando de manera evolutiva siguiendo los siguientes patrones, no son patrones cerrados y puede haber muchos otros intermedios. También puede no llegar a desarrollarse una pinza trípode, pero conseguir una pinza funcional que permita el manejo adecuado del útil de escritura.


A partir de los 5-6 años, cuando una pinza ha sido establecida y el niño puede realizar un uso funcional con ella será muy difícil variarla.

Presa cilíndrica o presa palmar supinada: Aparece entre el año y año y medio. Se emplea toda la mano para sujetar la herramienta, y el movimiento procede de segmentos proximales (se mueve el hombro y el brazo para mover la mano). Se trata de un agarre estático.

Presa digital pronada: Aparece entre los 2-3 años. Los dedos sujetan la herramienta, el hombro comienza a ser más estable y entonces los movimientos proceden de segmentos más distales (codo y antebrazo). Se trata de un agarre estático.

Pinza cuadrípode: Aparece a los 3 años y medio o 4 años. Los cuatro dedos participan en el agarre. Ahora el movimiento procede de la muñeca y la mano, y hay mayor estabilidad de hombro y codo. Inicialmente es un agarre estático aunque puede evolucionar y convertirse en dinámico.

Pinza trípode: Aparece entre los 4 años y medio y se desarrolla y perfecciona hasta los 7 años. En ella participan el dedo pulgar índice y corazón. Inicialmente los tres dedos funcionan de manera unitaria, para posteriormente madurar hacia una pinza trípode dinámica.

                                 Artículo estraído del blog Entreteo escrito por Sonia de Lama Pérez