Para la gran mayoría de la sociedad, el término Autismo o Trastorno Generalizado del Desarrollo, son conceptos que si bien se han escuchado alguna vez, no se conocen realmente, por eso cuando una familia recibe un diagnóstico de este tipo, por lo general sufre un desconcierto. ¿Qué significa realmente que mi hijo tiene un trastorno generalizado del desarrollo?, ¿Qué implica? ¿Podrá asistir a la escuela? ¿Qué será de su vida? ¿Tiene cura?, y por otro lado comienza el bombardeo de opciones terapéuticas: Terapia de Integración Sensorial, Dietas, Floortime, Terapia cognitiva, Terapia ABA…. ¿Cual elegir? ¿En que consisten realmente? ¿Qué garantías nos ofrecen?.
La intervención basada en el análisis aplicado del comportamiento (ABA) es la única modalidad de tratamiento avalada por numerosos estudios empíricos en el campo del autismo y trastornos generalizados del desarrollo, desde que el Dr. O. Ivar Lovaas publicase su trabajo en el año 1987.
La terapia es individualizada, y su objetivo es enseñar nuevas habilidades y el manejo y control de comportamientos inadecuados, enfocándose en disminuir o extinguir los excesos y en aumentar o fomentar los déficits.
El tratamiento está compuesto por una serie de “programas de trabajo”. La programación es global e integral y cubre todas las áreas del desarrollo: habilidades sociales, de juego, de imitación, atención, lenguaje, habilidades motoras, hábitos de autonomía personal y habilidades académicas. Todas las conductas y habilidades que se trabajan son significativas socialmente, es decir, tienen sentido en la vida real. Enseñamos para que el niño se integre en su comunidad, y adquiera las habilidades propias de su edad.
La edad de inicio del tratamiento está estrechamente vinculada con la eficacia terapéutica, cuento más temprana mayores probabilidades de efectividad. La edad ideal de inicio está entre los dos y cinco años, y dentro de este, lo ideal es comenzar entre los dos y los tres años.
En cuanto a la intensidad del tratamiento, se recomienda que se realice la mayor cantidad de horas de tratamiento que sea posible. De la mayoría de los trabajos se desprende que un buen programa no debe ser inferior a las 20-30 horas semanales.
La intervención ABA temprana e intensiva mejora el funcionamiento integral del individuo mejorando así su calidad de vida y la de su familia.
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