Para la intervención en el aula
además del sombreado, se pueden utilizar también los contratos conductuales,
que ayudarán con el proceso del desvanecimiento de la terapeuta. De este modo,
por ejemplo, podríamos establecer un contrato en el que por cada 5 minutos de
trabajo correcto, sin ayudas, el alumno recibe un premio. Según se vaya
cumpliendo con el contrato, se irá aumentando el tiempo que el alumno debe
permanecer trabajando correctamente a la vez que vemos desvaneciendo la
presencia de la terapeuta. El contrato conductual una vez que este
correctamente establecido, puede pasar a quedar bajo el control de la maestra
del aula. Con estos contratos podemos controlar tanto el tiempo de trabajo como
las conductas disruptivas (He trabajado en silencio, he levantado la mano,
he permanecido sentado, etc…).
Además de este tipo de contratos, una
vez que la intervención está avanzada y el sistema está bien implementado
podemos también utilizar uno que se revise al final al final del día. Este
contrato tendría las conductas a cumplir, todas especificadas y claramente
definidas. Lo podría controlar la maestra del aula, de tal forma que por
ejemplo pondría una pegatina en la agenda si ha cumplido con el contrato para
que al llegar a casa reciba el premio. El inconveniente de este contrato es que
el reforzador es muy demorado, por lo que es importante que el alumno entienda
correctamente las contingencias.
Fuera de la intervención en el aula,
podemos realizar diferentes tipos de trabajo, como la intervención con la
comida, si fuera necesario o bien intervención durante el recreo ya que es una
muy buena oportunidad para trabajar las interacciones sociales con iguales.
A la hora del recreo, podemos aprovechar
y trabajar diferentes tipos de interacciones de juego, dependiendo de las
edades podrían ser: juego en grupo (fútbol, pilla-pilla, escondite…), juego
simbólico (cocinitas, mamas y papas), juego cooperativo, etc…
Para que la intervención tenga éxito,
es importantísima la colaboración de todos los profesores y del resto del
personal del centro escolar, además de la autorización de los padres para que
podamos incluir a sus hijos en nuestra terapia.
Gracias a todo esto, se pueden conseguir grandes avances
dentro del ámbito escolar.
Celia Villoslada Díaz Rojas
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