Si hay algo en lo que la mayoría de profesionales que trabajan con niños y niñas con trastorno del desarrollo están de acuerdo es en que una vez detectados los primeros síntomas, cuanto antes se produzca la intervención, mejores resultados se obtendrán y mejor será el pronóstico de ese niño/a.
Pero os preguntareis, si, pero ¿por qué?, ¿no es mi hijo muy pequeño para empezar una terapia? ¿no podríamos esperar? quizá solo sea un retraso en su desarrollo que con el tiempo puede que se solvente, ¿no es mejor esperar a tener el diagnóstico definitivo?, estas y otras cuestiones son comunes entre los padres de los niños y niñas con los que trabajamos, por eso vamos a intentar desde aquí daros la información que necesitáis para saber porque es tan importante una intervención temprana.
Durante el primer año de vida, el desarrollo y adquisición de habilidades de un bebé típico y uno con trastorno del desarrollo transcurre casi en paralelo, es a partir de los doce meses cuando comienzan a ser palpables las primeras sospechas, los padres y la familia en general sois los primeros en daros cuenta de qeu algo no esá yendo como debería, pero aún han de pasar muchos meses hasta que se de con un diagnóstico.
Cuanto más tiempo pase sin que se intervenga, más difícil será alcanzar las habilidades ya que la distancia con el desarrollo típico se irá haciendo cada vez mayor.
El trabajo que realizamos desde la terapia ABA, consiste en fomentar todas aquellas habilidades que el niño no tiene y debería tener de acuerdo a su edad cronológica, habilidades que en edades tan tempranas son un prerrequisito para la posterior adquisición de otras más complejas. Por ejemplo, si el niño no mira a los ojos o no imita, en un futuro será muy difícil que aprenda a hablar.
Suele ser común que se le reste importancia a que el niño no imite o no mire a los ojos, pero cuando llega el momento en el que debería hablar y no lo hace es cuando la intervención cobra mayor urgencia, y en ese momento nos damos cuenta que hemos perdido un precioso tiempo ya que deberemos comenzar por enseñar imitación y contacto ocular para llegar al lenguaje.
No es lo mismo enseñar a un niño habilidades que le corresponderían por su edad, que esperar más tiempo y tener que empezar a trabajar esas habilidades que cronológicamente ya están desfasadas, el retraso en la adquisición se va acumulando y tardará más en alcanzar un desarrollo típico.
En está gráfica, vemos la diferencia entre un niño con desarrollo típico (naranja), un niño con trastorno del desarrollo sin intervención (azul) y otro con intervención temprana en terapia ABA (fucsia):
En definitiva, con la aplicación de una terapia ABA de forma temprana (entre los dos y tres años) e intensiva (durante al menos 2 años) trabajaremos para que el niño/a con trastorno del desarrollo: aumente sus capacidades intelectuales; reduzca sus conductas inadecuadas (por ejemplo rabietas); desarrolle lenguaje y tenga una integración en la escolarización ordinaria.