Mi nombre es Sara, tengo 30 años y soy Psicóloga especializada en discapacidad…y a estas alturas casi todos los que formáis parte de la pieza del puzzle ya sabéis quién soy. Hace más o menos de un año, por estas fechas, entre a formar a parte de este centro. Siempre había querido enfocar mi actividad profesional a este sector y la verdad, es que no se me pudo presentar mejor oportunidad.
Anteriormente, había tenido contacto con este mundo en otros centros o colegios…y sinceramente, había terminado decepcionada, no era lo que buscaba, no quería trabajar así, no quería volverme un profesional acomodado, que se acostumbra a su trabajo y hace lo mínimo, simplemente pasa las horas, dando como resultado, como pude comprobar, niños que no avanzan, evolucionan o aprenden. Con esto, por supuesto, no quiero decir que todas las personas que trabajan en este mundo actúen igual, porque no sería justo ni real.
Pero a pesar de todo, lo primero que me llamó la atención de los niños de la pieza del puzzle era que su capacidad para aprender y avanzar de manera espectacular con el método ABA, con el que trabajan Manuela e Ingrid.
Para mí, lo fundamental de esta forma de trabajar es la individualidad que hay con cada niño. Desde el primer momento en que una familia se pone en contacto con el centro, todos los pasos llevados a cabo están especificados a las capacidades que presenta ese niño en concreto. Nunca se trabaja de la misma manera con dos niños, y si se está haciendo algo que no da resultados, se busca la manera de llegar hasta él.
Hay una constante motivación y preocupación por el avance de cada niño. La realidad es que Manuela e Ingrid son un par de profesionales “como la copa de un pino”, como solemos decir por mi tierra, de las que he aprendido y sigo aprendiendo cada día. Tengo que decir que por su parte hay una gran supervisión hacia cada niño, hacia sus logros y hacia cualquier material y contenido que se trabaje con él, vigilando en todo momento que los pasos dados sean los correctos. Esto hace evidentemente, que tanto yo, como mis compañeras, seamos profesionales exigentes con nosotras mismas, como ellas nos están enseñando. Y todo esto al final, significan ventajas en el desarrollo de los niños, ya que nuestro objetivo principal es dotarlos del mayor número de capacidades y habilidades que nos sean posibles.
Otro aspecto muy importante desde mi punto de vista para que todo lo que se hace con los niños sea significativo, es el compartir información con los familiares y el resto de profesionales que trabajan con ese niño. Manuela e Ingrid no presentan ningún tipo de hermetismo en este aspecto y eso me encanta, porque vuelve a dejar de manifiesto, que aquí lo que importa es el niño y su avance y todo su entorno ha de trabajar en la misma dirección por su bien.
Es para mí, muy importante y bonito poder observar el cambio que experimenta cada niño que entra en La pieza del puzzle. Porque todos y cada uno de ellos, aprende, evoluciona, adquiere independencia y autonomía y lo mejor de todo es que esto se traduce en una mejora de la calidad de vida para ellos y también para sus familias, que en última instancia es el objetivo primordial, que sus vidas mejoren.
Los niños de la pieza del puzzle se vuelven más felices, por un motivo que a muchos les parecerá pequeño, pero que no lo es: empiezan a entender el mundo que les rodea. El mundo deja de ser ese sitio impredecible, en el que no entienden que pasa a su alrededor y nunca pueden anticipar nada por si mismos. Empiezan a aprender a ejercer un control sobre lo que los rodea y a entender que sus actos tienen consecuencias y pueden influir en su entorno. Y esto es algo precioso.
Este trabajo tiene un claro componente de mejora profesional, pero su parte más importante se compone de un ingrediente emocional. Los niños con los que trabajo, no son trabajo para mí. Ya forman parte de mí, son “mis niños”, con el permiso de sus padres!
Es imposible no implicarte ni quererlos, y aunque hay días que pueden resultar más complicados, ya que todos somos personas y nunca estamos igual, los buenos momentos ganan de largo a los que son un poco más difíciles. Me siento muy afortunada de vivir lo que estoy viviendo. Es una sensación de orgullo como hay pocas en la vida la que sientes cuando tus peques aprenden gracias a ti, cuando has conseguido que conozcan algo nuevo, que aprendan a hacer cosas por sí mismos, cuando ellos te transmiten conocimiento gracias a las herramientas de las que les has dotado. Para mí, cada paso hacia delante que da un niño, es un paso también mío.
Soy una completa convencida de la terapia ABA, con la cual trabajo y estoy muy orgullosa de poder ayudar a través de ella. En contra de lo que muchos opinan, no es una terapia dura de llevar para los niños, es otra forma de trabajar que da buenos resultados y eso es lo importante. Es cierto que somos exigentes con ellos, pero también muy cariñosas y jugamos con los niños de mil maneras, cantamos, nos tiramos por el suelo, nos reímos, etc… la realidad es que los niños se sienten a gusto y nos lo transmiten, algunos de manera más clara, y otros de formas más sutiles, y siento que ellos también me valoran a mí.
Para terminar, agradecer a esos padres que confían en nosotras, porque es una gran responsabilidad la que nos dejan, por mi parte, decir, que me esfuerzo cada día para que esa confianza siempre sea merecida.
Un saludo para todos y…nos vemos en La pieza del puzzle!
Sara García