Ésta historia, nuestra
historia que va a mano del autismo lleva ya 3 años y medio, desde cuando
Caliopía (mi hija) tenía un poco más de 3 años. Desde un principio, me costó aceptar que ella no tenía un desarrollo típico, pero me costó más entender que su recuperación
no dependía solamente de mí, ni tampoco de ella, que es un largo recorrido con
avances y retrocesos y que los logros se alcanzan siempre en equipo: niño,
padres, terapeutas, coordinadora y maestra.
A nosotros nos tocó estar
en un país extranjero cuando nos dieron su diagnóstico, lo que fue una pega más
para encontrar la mejor manera de ayudarla, puesto que el castellano no le
resultaba solamente difícil de entender y hablar a ella, sino también a
nosotros, su familia. Aun así a través de búsquedas en internet y un par de
lecturas, di con varias terapias, entre ellas la terapia comportamental (ABA) y
tuve la certeza de que era ésta la que nos iba a ayudar a sacarla
adelante. Otro trabajo fue encontrar con quien realizarla en Madrid y poder contar con el apoyo de
verdaderas profesionales en ABA que estuvieran dedicadas y totalmente
comprometidas con su trabajo, que fueran cariñosas con mi niña y buenas consejeras para
los padres.
Sus avances fueron
increíbles el tiempo que estuvo en Madrid (especialmente con Ingrid y Manuela)
y sin esa base sólida (manejar las conductas disruptivas, llegar a la autonomía
para sus necesidades, adquirir las primeras habilidades académicas y de juego)
no nos hubiéramos atrevido a regresarla a Rumanía, a hacer ese gran cambio para
continuar allí con ABA, siendo conscientes que era para dar un paso más
hacia su desarrollo, especialmente hacia la comunicación verbal y la
adquisición de habilidades cognitivas en el idioma de su familia y en el que
todos en casa le hablaban: el rumano.
Los años pasaron y tanto la
niña, como nosotros hemos mejorado con las buenas y malas experiencias que te
trae la vida: cambiamos de idioma, de países y ciudades, e incluso, al hacer terapia tanto en casa como en centros específicos, hemos pasado por varias
terapeutas y coordinadoras, pero nunca hemos dejado de pensar y decir que la mejor opción para
ella es la terapia ABA. Fuera lo que fuera siempre nos ha acompañado en
la lucha para vencer al autismo, y ha sido siempre nuestra amiga.
Nadie sabe hasta qué punto
ella podrá avanzar en su desarrollo y en cuánto tiempo. A cada uno nos toca superar el cansancio, la desesperación y el miedo, pero hay lecciones
aprendidas que me gusta repasar de vez en cuando, y que serían éstas:
- buscar
siempre la mejor opción para mi niña
- no dejar que pase el tiempo sin hacer nada ya que es
muy valioso para la recuperación
- tener paciencia con ella y conmigo
- no rendirme, y pensar en los logros por más pequeños
que sean y no en los fracasos
- estar agradecida, y siempre tener presente que el gran
esfuerzo lo hace ella, no yo
- aceptarla
tal y como es
- seguir
luchando para que un día ella pueda entender lo especial y amada que es
Una mamá
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