Una de las características de los niños y niñas con TEA son la presencia de conductas inadecuadas. Pero ¿qué entendemos por conducta inadecuada?, nosotras la definimos como toda aquella conducta que interfiere y/o impide el aprendizaje.
Así una conducta inadecuada no es solo cuando el niño/a se enfada y tiene una rabieta, grita, pega, etc... si no que una falta de atención, una rígidez, el mirar para otro lado cuando se le habla, etc... también son conductas inadecuadas que interfieren notablemente en el ritmo de aprendizaje de un niño/a.
A menudo, estas últimas conductas descritas, aparecen de forma más temprana en el niño/a, que las disruptivas (llorar, patalear, gritar, pegar,...) , pero pasan más desapercibidas y no se le dan tanta importancia, cuando realmente, si se trabajan, se consigue un mayor aprendizaje que lleva a un mejor entendimiento del niño/a con su entorno, una menor frustración y más autoestima.
En nuestras sesiones de intervención con metodología ABA, insistimos mucho en trabajar estos aspectos conductuales. Para que el niño/a aprenda, ha de estar en una predisposición de aprender, conseguir que se mantenga atento a lo que se está realizando, mirando a la terapeuta, bien sentado y con las manos quietas. No avanzamos en programación hasta que no hemos conseguido este control instruccional.
Así por ejemplo, no podremos enseñar la habilidad de imitar si no conseguimos que el niño/a nos mire, o no podremos entrenar igualaciones en mesa, si el niño/a no es capaz de permanecer sentado y atento.
En nuestro trabajo diario, nos encontramos que a lo largo de la sesión, hay momentos en los que tenemos que dedicar nuestros esfuerzos a reconducir la conducta inadecuada del niño/a para poder continuar con la enseñanza. Es muy importante de cara al mayor avance en el aprendizaje de habilidades y aprovechamiento de las sesiones terapéuticas, que esta reconducción de las conductas inadecuadas, se dé de forma lo más generalizada posible, es decir, que se trabaje en otros contextos que no sean solo durante la sesión y con otras personas que no sean la terapeuta. Aquí es donde os invitamos a las familias a que la terapia no se acabe cuando la terapeuta se vaya y que adquiráis también control instruccional sobre vuestro hijo/a de cara a facilitarle su adquisición y aprendizaje de nuevas habilidades.
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