domingo, 4 de febrero de 2018

Experiencia sobre la terapia ABA de Carlos Santiago

Casi nadie te habla de la terapia ABA cuando a tu hijo le diagnostican TEA, es más, sueles perder unos meses preciosos, si no años, intentando identificar o etiquetar qué es exactamente lo que le pasa a tu hijo. Sin embargo, lo importante es ponerle a trabajar, cuánto antes. Esos meses son precisamente los más importantes para que consiga avanzar. Entre los 0 y los 6 años transcurre la etapa más importante en el desarrollo del cerebro del niño, y por tanto, es el tiempo imprescindible para actuar, sea cuál sea el trastorno.

Por suerte, nosotros habíamos oído hablar de la terapia ABA en el momento preciso y decidimos que eso era exactamente lo que necesitaba nuestro hijo. Si las personas que se dedican a valorar a los niños supieran realmente en qué consiste esta terapia la recomendarían sin pensarlo dos veces, pero por desgracia el desconocimiento hace que incluso lleguen a desaconsejártela. No fue nuestro caso, en nuestra decisión no cabía argumento en contra, sabíamos de primera mano los resultados que se pueden conseguir.

Nuestro hijo no tenía ni dos años cuando comenzó a ir a terapia con Ingrid y Paloma. Había perdido el lenguaje, no hablaba (aunque antes ya había dicho sus primeras palabras), aleteaba constantemente, andaba de puntillas, no mantenía contacto visual, no respondía a su nombre, no señalaba y un sin fin de cosas más. Es decir, tenía un retraso madurativo significativo. Parecía estar rodeado de una burbuja invisible que le impedía avanzar.

En tan sólo dos meses de terapia aquella burbuja explotó y el pequeño comenzó a avanzar poco a poco nuevamente. Lo hizo lentamente al principio, pero de forma muy clara y evidente, tanto que en poco tiempo comenzó a emitir sonidos de nuevo. Fueron muchas horas de trabajo y muchos momentos de frustración.

Sin embargo, cuando empezamos a tomar conciencia de lo acertada que había sido nuestra decisión intensificamos la terapia y llevamos a nuestro hijo todas las horas que nos fue posible. Fue duro, especialmente para él porque tan pequeño parecía sometido a una jornada de clases más larga de lo normal, pero era su mejor oportunidad. Además, él adoraba a sus terapeutas y durante la terapia estaba feliz, disfrutaba de la gran mayoría de las actividades que realizaba, aunque otras le costaran más. Ahora, tras varios años de terapia sabemos que fue la mejor decisión que hemos tomado jamás.

Nuestro hijo avanzó de tal forma que muchos de nuestros miedos iniciales desaparecieron con el tiempo. Consiguió hablar con normalidad, lee de forma extraordinaria, escribe, hace operaciones matemáticas, juega con sus amigos, hace natación y juega en un equipo de fútbol, disfruta de cualquier película, cumpleaños, etcétera, no aletea, no anda de puntillas, es cariñoso y feliz. Tiene cinco años y asiste a clases en su curso en un colegio público normal, ni en nuestros mejores sueños hubiéramos pensado que iba a conseguir salir de un pozo tan oscuro y profundo como en el que una vez estuvimos inmersos.

No sé si necesitará más terapia o más ayuda en el futuro, pero ahora estoy seguro de que gracias a ABA, a La Pieza del Puzzle y en especial a Ingrid, Paloma, Manuela y compañía tendremos el apoyo que necesitamos. Conozco a muchas personas que están viviendo lo mismo y a todas les he recomendado lo mismo: “Puedes creerlo o no pero, no pierdas el tiempo, prueba la terapia ABA y en unos meses tú mismo te darás cuenta de si has acertado”. Todos me lo han agradecido.


                                                                                                                                      Carlos Santiago

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