Todas las personas tenemos nuestra "lista" de cosas preferidas, aquellas que nos motivan y que nos gusta tener o disfrutar. Para realizar una intervención ABA es necesario construir con la familia esa "lista" de cosas preferidas que tiene el niño/a, es lo que llamamos reforzadores.
Estableceremos un orden de mayor a menor preferencia y a partir de ese momento, todas aquellas cosas que se vayan a utilizar para reforzar y motivar al niño/a en la terapia dejaran de estar a su alcance, excepto en las horas de intervención terapéutica. De esta manera conseguiremos que el niño/a esté motivado para continuar aprendiendo.
Os ponemos un ejemplo: Juan es un niño al que le encantan las motos, su mamá ya no se las deja nunca y las mantiene guardadas. Con su terapeuta, ha establecido una serie de contingencias y sabe que si realiza bien la tarea, por ejemplo un puzzle de cuatro piezas recibirá a cambio poder jugar un rato con su moto favorita. El resultado es que Juan realizará el puzzle motivado y contento para así conseguir su moto.
Si Juan pudiera tener acceso a sus motos cuando él quisiera, el hecho de que la terapeuta le pidiera un esfuerzo para conseguirlas no supondría para él ninguna motivación ya que no le merecería la pena realizar algo costoso para obtener algo que después podrá tener sin esfuerzo alguno.
De igual manera que es importante tener en cuenta esta privación del niño/a hacia sus reforzadores para que continúen siendo efectivos en terapia. Debemos de vigilar de no utilizar siempre los mismos reforzadores para evitar lo que llamamos: saciación. A todos nos ha ocurrido alguna vez que algo que nos gustaba muchísimo, debido a un uso continuado hemos acabado por perder el interés en ello.
Cuantos más reforzadores tengamos disponibles para el niño/a mejor podremos realizar nuestra intervención. Suele ocurrir que al inicio de la terapia haya pocos reforzadores y a medida que avancemos y vayamos conociendo más al niño/a iremos incluyendo más, incluso algunos de los objetos con los que trabajemos como los libros o los puzzles, pueden acabar siendo parte de ellos.
Existen dos tipos de reforzadores:
- Primarios o incondicionados : Son biológicos, satisfacen necesidades innatas como por ejemplo comer o beber. Así los reforzadores primarios más comunes son las comidas y bebidas favoritas del niño/a: chocolate, pan, chuches, zumos, etc... .
- Secundarios o condicionados: Son aprendidos, es decir dependen de la historia personal de cada niño/a, objetos, actividades, .... que a través de la asociación a algo positivo se han convertido en favoritos. Algunos ejemplos son: objetos como coches, muñecas y juguetes; interacciones sociales como hacer cosquillas o cantar y/o realizar actividades como puede ser dibujar o colorear.
Un buen uso de los reforzadores nos permitirá alcanzar nuestros objetivos de forma más rápida y efectiva.