La terapia ABA es el
tratamiento con mayor evidencia científica de eficacia en el campo del retraso
del desarrollo. El precursor de dicha validez científica fue Ivar Loovas,
un psicólogo clínico de la Universidad de California, Los Angeles (UCLA) que en
el año 1987, publicó un artículo en el "Journal of Consulting and Clinical
Psychology", titulado "Terapia Conductual y funcionamiento educativo
normal en niños jóvenes con autismo", en el describe su trabajo de
investigación que inició en 1970 con 38 niños diagnosticados de autismo que
dividió en dos grupos, uno de control que recibió diez o menos horas semanales
de tratamiento y otro experimental de tratamiento intensivo con más de cuarenta
horas semanales de tratamiento y donde se incluía formación a padres y una
participación activa de los mismos. Ambos grupos, estuvieron dos años con el
tratamiento.
A todos los niños se les realizó una evaluación previa en inteligencia y desarrollo. Al cabo de los dos años de tratamiento se volvieron a evaluar: los niños del grupo con cuarenta horas semanales aumentaron su cociente intelectual con un promedio general de 30 puntos, nueve de ellos habían podido completar el primer curso en la escuela ordinaria, sin ningún tipo de ayuda o asistencia especial y con un cociente intelectual dentro de la media. Ocho niños más completaron el primer curso en un aula para niños con retraso del lenguaje y su cociente intelectual era clasificado de retraso leve. Solo dos de los niños fueron incluidos en aulas para niños autistas y fueron clasificados de retraso severo.
A todos los niños se les realizó una evaluación previa en inteligencia y desarrollo. Al cabo de los dos años de tratamiento se volvieron a evaluar: los niños del grupo con cuarenta horas semanales aumentaron su cociente intelectual con un promedio general de 30 puntos, nueve de ellos habían podido completar el primer curso en la escuela ordinaria, sin ningún tipo de ayuda o asistencia especial y con un cociente intelectual dentro de la media. Ocho niños más completaron el primer curso en un aula para niños con retraso del lenguaje y su cociente intelectual era clasificado de retraso leve. Solo dos de los niños fueron incluidos en aulas para niños autistas y fueron clasificados de retraso severo.
Del grupo control con diez horas de tratamiento semanales, solo un niño alcanzó un rendimiento intelectual promedio y pudo ser incluido en una clase ordinaria.
A su vez estos dos grupos se compararon con otro grupo de 21 niños quienes recibieron exclusivamente tratamientos en la comunidad y no formaron parte del proyecto. De estos niños, ninguno de ellos alcanzó un rendimiento intelectual promedio.
Desde entonces ha habido
numerosos estudios que han replicado este trabajo de Loovas, todos ellos con
muy buenos resultados.
La terapia ABA ha
demostrado a través de decenas de trabajos de investigación científica que
aplicada a una edad temprana (entre los 2 y los 5 años) y de manera intensiva
(no menos de 20-30 horas semanales) se convierte en el tratamiento
de mejor pronóstico para niños con trastorno del desarrollo.
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